Ante la inevitable bancarrota, estos señores que pretendían ser lo que no eran con unos ademanes que creían semejantes a los de nobles caballeros, pero que no pasaban de ser similares a los de algunos pobres mayordomos baratos, pensaron que uniendo el suyo a otros fracasos similares en la comarca saldrían a flote.
Terrassa en la Mira desveló el intento. Pero el fuera de serie que dirigía el tinglado a golpe indiscriminado de créditos al ladrillo, expresó que Caixa Terrassa era sólida y solvente y no necesitaba de fusiones... Dos o tres semanas después movía los hilos por ser el primer director de tres, cuatro o las que hicieran falta, cajas fusionadas. Una vez logrado el objetivo y antes que cogiera forma pero no fondo el extraño y poco sugerente nombre de Unnim, invento de alguno de los tantos genios fracasados que se unieron al derroche, el hombre de rolliza presencia que había llevado al fracaso a la histórica entidad y que encabezaba la fusión de otras tres igualmente históricas, aseguró que en sus lugares de origen, las oficinas jamás perderían sus nombres de siempre
Terrassa en la Mira volvió entonces a hablar... Tres cajas de ahorros malas se habían unido para crear una más grande y proporcionalmente peor, auguraban un próximo triste final.
A través de extraños conductos se nos advirtió que "los de arriba" estaban muy molestos con las "tonterías" que afirmábamos.
Pero las tonterías las hacían los tontos y el nombre de Unnim comenzó a engullir a las viejas y honorables cajas obreras de antaño. Un festín en el que solo creían aquellos sabios individuos, porque para el vulgo, Caixa Terrassa seguía siendo Caixa Terrassa. lo mismo que la de Sabadell o la de Manlleu, circunstancia que el erudito que se sacó de la manga el indecoroso nombre no contaba... porque seguramente ni siquiera sabía contar.
El resto, anticipado también por Terrassa en la Mira en lo que significó otra llamada de atención de "los de arriba", se desarrolló rápido. Intervención del Banco de España, su venta por un euro al BBVA, más una poderosa dotación para cubrir las pérdidas ocasionados por los repetidos disparates de las mentes fiinancieras "privilegiadas".
Hoy, como resultado tenemos una institución que no solamente ha desaparecido, sino que curiosamente se ha olvidado y omitido para siempre del léxico popular...
...¿O es que usted cuando va al banco dice... "voy a Caixa Terrassa?"
No. Hasta eso consiguieron los que habían logrado lo que no pudo una guerra civil ni una cruel y larga dictadura.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.