Consejas y consejos del viejo Casimiro.- Madina, el continuista perdedor y Sánchez, el continuista ganador, han asegurado la mayoría absoluta de la maquinaria que desde ahora, para no enturbiar esa imagen de supuesto cambio que le querían imprimir ambos candidatos a la secretaría general del PSOE, permanecerá en una cómoda y privilegiada sombra desde la que seguirá sirviendo a los intereses del poder financiero.
El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, ha cometido un nuevo error táctico al apoyar a uno de los dos continuistas, el mismo, más o menos, que el que comete al mostrarse cercano a alguien tan nefasto para el partido, como José Montilla, o el de hablar de socialismo desde el neoliberalismo o el de confundir la inequívoca ideología de izquierdas con el simple populismo.
Un político que habla de cambio y que esgrime el progresismo como bandera, jamás debió dar su apoyo a alguien como Madina, -ni tampoco a Sánchez-. Debió, por el contrario, mantenerse ajeno a la lucha por el poder socialista, porque el socialismo ya no representa ni a los desesperados ni a los idealistas. Menos representa la igualdad de clases ni la lucha social. El socialismo europeo, el español y el catalán por extensión, viene siendo una doctrina informe edulcorada con reminiscencias de la Encíclica Rerum Novarum, pero un poco laica... solo un poco.
Ballart es un peso pesado en las esperanzas de cierta recuperación partidista, porque no por su partido, sino por su carisma, todo hace prever que en mayo del próximo año, el joven alcalde, aunque no logre retener el cargo, inyectará al partido votos que no son del partido. Sin embargo, si se desea que esto ocurra, mientras menos se sepa que Ballart es socialista, mejor para él y mejor para el socialismo. Por eso, Ballart hubiese hecho mejor cuando estuvo por estos lares Madina, quedándose en casa viendo la tele... el liderazgo es solitario y si el líder por conveniencia decide arrimarse a un buen árbol, que sea al menos un roble.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
El alcalde de Terrassa, Jordi Ballart, ha cometido un nuevo error táctico al apoyar a uno de los dos continuistas, el mismo, más o menos, que el que comete al mostrarse cercano a alguien tan nefasto para el partido, como José Montilla, o el de hablar de socialismo desde el neoliberalismo o el de confundir la inequívoca ideología de izquierdas con el simple populismo.
Un político que habla de cambio y que esgrime el progresismo como bandera, jamás debió dar su apoyo a alguien como Madina, -ni tampoco a Sánchez-. Debió, por el contrario, mantenerse ajeno a la lucha por el poder socialista, porque el socialismo ya no representa ni a los desesperados ni a los idealistas. Menos representa la igualdad de clases ni la lucha social. El socialismo europeo, el español y el catalán por extensión, viene siendo una doctrina informe edulcorada con reminiscencias de la Encíclica Rerum Novarum, pero un poco laica... solo un poco.
Ballart es un peso pesado en las esperanzas de cierta recuperación partidista, porque no por su partido, sino por su carisma, todo hace prever que en mayo del próximo año, el joven alcalde, aunque no logre retener el cargo, inyectará al partido votos que no son del partido. Sin embargo, si se desea que esto ocurra, mientras menos se sepa que Ballart es socialista, mejor para él y mejor para el socialismo. Por eso, Ballart hubiese hecho mejor cuando estuvo por estos lares Madina, quedándose en casa viendo la tele... el liderazgo es solitario y si el líder por conveniencia decide arrimarse a un buen árbol, que sea al menos un roble.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.