Este fin de semana murió en Santiago de Chile, Mario Gómez López, un periodista de la vieja guardia, combativo, valiente, atrevido y siempre veraz. Tenía 88 años.
Conocí al comunicador y a su hermano José (Pepe), otro gigante del periodismo chileno, en Radio Minería, cuando poco antes de regresar a mi tierra para estudiar la profesión en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, proyecto que en definitiva se torció para volver a Chile, me entrevistaron con motivo de la publicación de mi primer libro. Corría el año 1966.
Sin embargo, la entrevista no fue por los derroteros de la literatura, sino del periodismo y ellos no eran de los que creían que la universidad o las academias formaban a los periodistas, porque ese oficio vocacional era innato... "El periodista nace, no se hace" me repitieron Mario y José en diversos escenarios... en la sala de prensa, en la sala de grabación, en la calle o en el Café Haití y así ambos se comprometieron a que si me ponía en sus manos, hacerme un gran periodista.
No obstante, dos meses después me despedí para viajar a Madrid. Pero, todavía pienso que lo que tengo de periodista, incluso parte de mi estilo, se los debo a ellos, porque su entusiasmo y su ejemplo fueron intensos, vívidos, inyectándome un sentido del oficio muchísimo más allá de la pirámide invertida, convenciéndome que el periodismo es noticia y explicación, es compromiso... crónica y opinión... maestría, arte... Periodismo es, en resumen, la vida misma.
Descansa en paz, viejo y provisional maestro.
Conocí al comunicador y a su hermano José (Pepe), otro gigante del periodismo chileno, en Radio Minería, cuando poco antes de regresar a mi tierra para estudiar la profesión en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid, proyecto que en definitiva se torció para volver a Chile, me entrevistaron con motivo de la publicación de mi primer libro. Corría el año 1966.
Sin embargo, la entrevista no fue por los derroteros de la literatura, sino del periodismo y ellos no eran de los que creían que la universidad o las academias formaban a los periodistas, porque ese oficio vocacional era innato... "El periodista nace, no se hace" me repitieron Mario y José en diversos escenarios... en la sala de prensa, en la sala de grabación, en la calle o en el Café Haití y así ambos se comprometieron a que si me ponía en sus manos, hacerme un gran periodista.
No obstante, dos meses después me despedí para viajar a Madrid. Pero, todavía pienso que lo que tengo de periodista, incluso parte de mi estilo, se los debo a ellos, porque su entusiasmo y su ejemplo fueron intensos, vívidos, inyectándome un sentido del oficio muchísimo más allá de la pirámide invertida, convenciéndome que el periodismo es noticia y explicación, es compromiso... crónica y opinión... maestría, arte... Periodismo es, en resumen, la vida misma.
Descansa en paz, viejo y provisional maestro.