De poco sirven las encuestas encargadas para apuntalar la declinante imagen que ofrece el transporte público de Terrassa, porque sus resultados solamente impresionan a quienes no son sus usuarios. Quizás el único buen resultado lo perciba la empresa encuestadora cuando recibe el talón por sus servicios.
Cuando no tenía necesidad de utilizar los autobuses municipales, las quejas las recibíamos de sus usuarios y ahora su mala gestión y escaso mantenimiento la vivimos además en carne propia.
La semana pasada nos hicimos eco del mal estado de las unidades, un mal estado que las acerca a lo peor del tercermundismo con precios del primermundismo. No era la primera vez. Tampoco la última.
Hoy, nuestros lectores nos llevan a hablar, una vez más, de unos horarios que parecen de risa, especialmente para quienes residen lejos del centro que son unos vecinos que entre otros muchos, reciben el agravio comparativo respecto a sus iguales del casco central.
Nos decía una lectora "quiero solicitar que se aumente la frecuencia de paso porque parece mentira que en una población con más de 200 mil habitantes nos estén dando este pésimo servicio. Un ejemplo, en hora punta los buses pasan cada veinte minutos, cuando en poblaciones con muchos menos habitantes pasan cada 10 o 15".
Tal vez los vecinos del palacio consistorial y alrededores, los de la Rambla de Egara y su contorno, aunque no requieran del servicio, no se creerán esta denuncia porque en esa zona convergen prácticamente la totalidad de líneas quedando el sector cubierto con frecuencias de 3 o 4 minutos y así se percibe con el paso de las unidades.
Sin embargo, a medida que nos alejamos del Olimpo de la ciudad, las frecuencias son más distanciadas y el estado de los vehículos más paupérrimo...
Es otro de los costes de la pobreza... Quizás el menos ingrato.
Así es la vida. así son y así están las cosas.
Cuando no tenía necesidad de utilizar los autobuses municipales, las quejas las recibíamos de sus usuarios y ahora su mala gestión y escaso mantenimiento la vivimos además en carne propia.
La semana pasada nos hicimos eco del mal estado de las unidades, un mal estado que las acerca a lo peor del tercermundismo con precios del primermundismo. No era la primera vez. Tampoco la última.
Hoy, nuestros lectores nos llevan a hablar, una vez más, de unos horarios que parecen de risa, especialmente para quienes residen lejos del centro que son unos vecinos que entre otros muchos, reciben el agravio comparativo respecto a sus iguales del casco central.
Nos decía una lectora "quiero solicitar que se aumente la frecuencia de paso porque parece mentira que en una población con más de 200 mil habitantes nos estén dando este pésimo servicio. Un ejemplo, en hora punta los buses pasan cada veinte minutos, cuando en poblaciones con muchos menos habitantes pasan cada 10 o 15".
Tal vez los vecinos del palacio consistorial y alrededores, los de la Rambla de Egara y su contorno, aunque no requieran del servicio, no se creerán esta denuncia porque en esa zona convergen prácticamente la totalidad de líneas quedando el sector cubierto con frecuencias de 3 o 4 minutos y así se percibe con el paso de las unidades.
Sin embargo, a medida que nos alejamos del Olimpo de la ciudad, las frecuencias son más distanciadas y el estado de los vehículos más paupérrimo...
Es otro de los costes de la pobreza... Quizás el menos ingrato.
Así es la vida. así son y así están las cosas.