Consejas y consejos del viejo Casimiro.- En esta Terrassa idílica en opinión de los partidos gobernantes y desastrosa en la de la oposición, hay un punto intermedio que es la realidad, la que ellos desde sus acomodadas poltronas y mejores sueldos no conocen más que en teoría.
Por ejemplo, esta tarde, paseando por la Av. de Santa Eulalia, observé una gasolinera abandonada, algo asombroso cuando no hace mucho tiempo era un centro que se la pasaba llena de coches repostando o clientes comprando los productos en su tienda...
De los empresarios nativos de hace unos años, pocos recuerdan algo, de los de origen chino, más recientes, tampoco, porque no eran muy comunicativos. No obstante, al decir de los vecinos, el pillaje, el ladronaje, el raterismo, los hurtos se llevaron las ganancias de sus propietarios y la ilusión de seguir adelante... Y eso ocurrió en una ciudad en la que oficialmente la delincuencia disminuye en forma notoria... ¡Extraño!
Esa gasolinera nos recuerda la enorme cantidad de negocios que se abren con pequeños capitales y gigantescas esperanzas, así como también la cantidad de negocios que se cierran, pisoteando la inversión y las ilusiones... Las primeras entran convenientemente en las estadísticas, pero, las segundas... ¡se ignoran!...
La gasolinera nos recuerda asimismo el paro, un paro que decrece por la emigración y el trabajo precario, que es lo que esos empresarios sonrientes, bien vestidos y delicadamente perfumados y coleguillas de los políticos quieren... Mano de obra barata y productiva.
Y las cosas no tienen visos de cambiar, porque pase lo que pase en mayo, pase lo que pase en septiembre, pase lo qiue pase en noviembre, solamente cambiarán las siglas gobernantes, pero no el proceder de los políticos, porque así se autodenominen de izquierda, de centro o de derecha, son todos iguales y mientras no surja una alternativa real, existirán locales abandonados como por ejemplo ese que fue la sede de la gasolinera de la Av. Santa Eulalia.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Por ejemplo, esta tarde, paseando por la Av. de Santa Eulalia, observé una gasolinera abandonada, algo asombroso cuando no hace mucho tiempo era un centro que se la pasaba llena de coches repostando o clientes comprando los productos en su tienda...
De los empresarios nativos de hace unos años, pocos recuerdan algo, de los de origen chino, más recientes, tampoco, porque no eran muy comunicativos. No obstante, al decir de los vecinos, el pillaje, el ladronaje, el raterismo, los hurtos se llevaron las ganancias de sus propietarios y la ilusión de seguir adelante... Y eso ocurrió en una ciudad en la que oficialmente la delincuencia disminuye en forma notoria... ¡Extraño!
Esa gasolinera nos recuerda la enorme cantidad de negocios que se abren con pequeños capitales y gigantescas esperanzas, así como también la cantidad de negocios que se cierran, pisoteando la inversión y las ilusiones... Las primeras entran convenientemente en las estadísticas, pero, las segundas... ¡se ignoran!...
La gasolinera nos recuerda asimismo el paro, un paro que decrece por la emigración y el trabajo precario, que es lo que esos empresarios sonrientes, bien vestidos y delicadamente perfumados y coleguillas de los políticos quieren... Mano de obra barata y productiva.
Y las cosas no tienen visos de cambiar, porque pase lo que pase en mayo, pase lo que pase en septiembre, pase lo qiue pase en noviembre, solamente cambiarán las siglas gobernantes, pero no el proceder de los políticos, porque así se autodenominen de izquierda, de centro o de derecha, son todos iguales y mientras no surja una alternativa real, existirán locales abandonados como por ejemplo ese que fue la sede de la gasolinera de la Av. Santa Eulalia.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.