De nada han servido esas casi 2.300 inspecciones que ha realizado durante el 2014 la Agencia Catalana del Agua en las diferentes estaciones depuradoras, porque el sabor del agua que se consume en Terrassa, lejos de ser insípido, es bastante desagradable.
Cierto que no es la función de este organismo velar por el sabor, sino por la calidad y pureza, pero bien podrían hacer un esfuerzo que ahorraría a los vecinos bastante dinero en la adquisición de aguas minerales.
En realidad estas inspecciones a las 489 depuradoras sirven para controlar que el agua tratada cumpla con las obligaciones que marca la ley y para verificar que el proceso de tratamiento funciona de manera correcta, contribuyendo a la mejora del medio.
Cierto que no es la función de este organismo velar por el sabor, sino por la calidad y pureza, pero bien podrían hacer un esfuerzo que ahorraría a los vecinos bastante dinero en la adquisición de aguas minerales.
En realidad estas inspecciones a las 489 depuradoras sirven para controlar que el agua tratada cumpla con las obligaciones que marca la ley y para verificar que el proceso de tratamiento funciona de manera correcta, contribuyendo a la mejora del medio.