Gabriel Turmo, consciente del fracaso de su partido del que se hace copartícipe, ha decidido, en una actitud que le honra, no solamente reconocer el tremendo castigo que los ciudadanos han propinado al PP, sino también poner el cargo a disposición de su formación política.
Pero en Terrassa no solamente los populares han dado el batacazo. Peor y más sonoro por sus implicaciones ha sido el de CiU, que ha pasado de nueve concejales a tres. Sin embargo, sería injusto culpar de ello a Miquel Sàmper, un hombre que ha prestado, sin éxito, su imagen y prestigio a la federación local, que cada vez representa a menos gente y que se ha visto demasiado golpeada a nivel autonómico por el caso de los Pujol y por los aberrantes desatinos de su líder, Artur Mas.
Este hombre, Mas, al que en mala hora Pujol escogió para regir los destinos de los representantes del caciquismo catalán y que en peor hora los catalanes encumbraron a Sant Jaume, es el verdadero responsable del imparable hundimiento de la federación nacionalista. Un hundimiento que Mas rechaza argumentando que CiU ganó los alecciones, pero sin añadir que las ganó a costa de la fragmentación y de perder decenas de miles de votos aunque el número total de votantes aumentó en cientos de miles.
En Terrassa no ha habido un responsable directo del fracaso convergente, pero sí en Catalunya y es ese responsable el que en beneficio de su partido, del soberanismo y del país, debe irse por la puerta trasera, dejando el cargo a alguien más responsable, más serio, más inteligente, aunque ese es un elemento que en la federación será muy difícil de encontrar.
Y volviendo a Turmo. Si se va por la responsabilidad que pudiera caberle en el fracaso conservador, realmente quien debió irse, también por la puerta de atrás, es Rajoy, un sujeto que le disputa codo a codo a Zapatero ser el presidente más nefasto del gobierno.
Iceta es otro que debió tener un pelín más de orgullo.
Así es la vida, Así son y así están las cosas.
Pero en Terrassa no solamente los populares han dado el batacazo. Peor y más sonoro por sus implicaciones ha sido el de CiU, que ha pasado de nueve concejales a tres. Sin embargo, sería injusto culpar de ello a Miquel Sàmper, un hombre que ha prestado, sin éxito, su imagen y prestigio a la federación local, que cada vez representa a menos gente y que se ha visto demasiado golpeada a nivel autonómico por el caso de los Pujol y por los aberrantes desatinos de su líder, Artur Mas.
Este hombre, Mas, al que en mala hora Pujol escogió para regir los destinos de los representantes del caciquismo catalán y que en peor hora los catalanes encumbraron a Sant Jaume, es el verdadero responsable del imparable hundimiento de la federación nacionalista. Un hundimiento que Mas rechaza argumentando que CiU ganó los alecciones, pero sin añadir que las ganó a costa de la fragmentación y de perder decenas de miles de votos aunque el número total de votantes aumentó en cientos de miles.
En Terrassa no ha habido un responsable directo del fracaso convergente, pero sí en Catalunya y es ese responsable el que en beneficio de su partido, del soberanismo y del país, debe irse por la puerta trasera, dejando el cargo a alguien más responsable, más serio, más inteligente, aunque ese es un elemento que en la federación será muy difícil de encontrar.
Y volviendo a Turmo. Si se va por la responsabilidad que pudiera caberle en el fracaso conservador, realmente quien debió irse, también por la puerta de atrás, es Rajoy, un sujeto que le disputa codo a codo a Zapatero ser el presidente más nefasto del gobierno.
Iceta es otro que debió tener un pelín más de orgullo.
Así es la vida, Así son y así están las cosas.