Lo que sucede es que en este país muchos empresarios basándose en aquello de que “hecha la ley, hecha la trampa”, se convierten en esclavistas y no cumplen ni siquiera con las bases mínimas exigidas de las que hablan los señores parlamentarios, que en eso de trabajar por cuenta ajena tienen nula experiencia, que son las 40 horas semanales, y dos días de descanso semanales y menos con un salario digno.
Parece mentira de que quienes se hacen llamar honorables, hablen de legislación laboral, cuando no saben lo que sucede delante de sus narices o, lo que sería peor, hacen, como las centrales sindicales, la vista gorda ante los crecientes atropellos de los esclavistas… ¡Perdón! Empresarios.
Estos caballeros que trabajan sentando sus culos sobre sus sillones parlamentarios, podrían justificar sus sueldos y salir a la calle a hablar con la gente y ver cómo, por ejemplo, existen empleados con contratos parciales de 4 horas trabajando doce, con un día, a veces, de descanso y cobrando parte del resto en negro y otra sin cobrarlo. Y no son pocas esas empresas. Son muchas.
Son demasiadas. Pero parece ser que no existe la voluntad de fiscalización.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.