Faltan tres días para las elecciones parlamentarias catalanas y todos los partidos tienen claro, si tomamos estas elecciones desde un punto de vista plebiscitario, lo que quieren y a quiénes representan... Todos, menos el PSC.
Terrassa dio en las municipales el campanazo de alarma a los progres de Catalunya. Así como no representan al socialismo real, tampoco a los grupos no independentistas, pese a que lo proclamaban a los cuatro vientos. Es decir, es un partido desfasado. Tanto, que con votos de la izquierda, el alcalde de la localidad, se lanzó a las huestes del independentismo y de la derecha más pura para, dijo, lograr la gobernabilidad del municipio, pero para en realidad aferrarse presuntamente al cargo que tanto parece gustarle. ¿Las ideas? ¡Perdón! ¿Las qué?
Junts pel Sí, aglutina a dos vertientes del independentismo. Aquella que lo abraza por convicción, orgullo y dignidad y aquella otra por motivaciones económicas personales y otras que pueden mover a sospecha, especialmente después de la que lió la familia Pujol, tan ligada al actual president y candidato a repetir, Artur Mas, escondido para no afectar las posibilidades de esta coalición, en una discreta cuarta plaza. Para muchos independentistas será una sorpresa muy desagradable que este sujeto vuelva a repetir en Sant Jaume.
La CUP es la izquierda real, sincera, catalanista e independentista. Es, en fin, lo que necesita esta Catalunya huérfana de decencia política (un mal compartido con el resto de España).
Unió, también lo tiene medianamente claro. Los ex socios de Convergencia son catalanistas, pero no independentistas, aunque sería natural que alguno de sus parlamentarios, si es que saca alguno, le salga díscolo y se rinda a la fuerza del corazón soberanista.
El PPC, por la derecha y Ciutadans por el centro, son quizás las únicas opciones claras por la unión (no la Unió de la ex CiU). Las únicas formaciones a las que los no independentistas pueden votar con tranquilidad, sabiendo que no habrá traiciones, deserciones ni amotinamientos a la opción.
Catalunya sí que es Pot, consecuente con su tesis de que el que decide es el pueblo catalán, no un grupo de individuos que han llegado a sus curules en listas cerradas, es el dueño de la decisión, podría votar en una supuesta consulta en el Parlament, NO, si el soberanismo no ha obtenido mayoría absoluta, o votar SI, si lo ha logrado. En todo caso, en una Catalunya autonómica o independiente, son la única opción de izquierdas no comprometida del todo con el tema, sino con las necesidades del pueblo.
¿Y el PSC? Si eres independentista, no les votarás y si no, mejor que no lo hagas, porque como ocurre en Terrassa, te sentirás engañado, estafado y asombrado ante la infinita ficción en la que viven de serlo todo, sin ser nada.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Terrassa dio en las municipales el campanazo de alarma a los progres de Catalunya. Así como no representan al socialismo real, tampoco a los grupos no independentistas, pese a que lo proclamaban a los cuatro vientos. Es decir, es un partido desfasado. Tanto, que con votos de la izquierda, el alcalde de la localidad, se lanzó a las huestes del independentismo y de la derecha más pura para, dijo, lograr la gobernabilidad del municipio, pero para en realidad aferrarse presuntamente al cargo que tanto parece gustarle. ¿Las ideas? ¡Perdón! ¿Las qué?
Junts pel Sí, aglutina a dos vertientes del independentismo. Aquella que lo abraza por convicción, orgullo y dignidad y aquella otra por motivaciones económicas personales y otras que pueden mover a sospecha, especialmente después de la que lió la familia Pujol, tan ligada al actual president y candidato a repetir, Artur Mas, escondido para no afectar las posibilidades de esta coalición, en una discreta cuarta plaza. Para muchos independentistas será una sorpresa muy desagradable que este sujeto vuelva a repetir en Sant Jaume.
La CUP es la izquierda real, sincera, catalanista e independentista. Es, en fin, lo que necesita esta Catalunya huérfana de decencia política (un mal compartido con el resto de España).
Unió, también lo tiene medianamente claro. Los ex socios de Convergencia son catalanistas, pero no independentistas, aunque sería natural que alguno de sus parlamentarios, si es que saca alguno, le salga díscolo y se rinda a la fuerza del corazón soberanista.
El PPC, por la derecha y Ciutadans por el centro, son quizás las únicas opciones claras por la unión (no la Unió de la ex CiU). Las únicas formaciones a las que los no independentistas pueden votar con tranquilidad, sabiendo que no habrá traiciones, deserciones ni amotinamientos a la opción.
Catalunya sí que es Pot, consecuente con su tesis de que el que decide es el pueblo catalán, no un grupo de individuos que han llegado a sus curules en listas cerradas, es el dueño de la decisión, podría votar en una supuesta consulta en el Parlament, NO, si el soberanismo no ha obtenido mayoría absoluta, o votar SI, si lo ha logrado. En todo caso, en una Catalunya autonómica o independiente, son la única opción de izquierdas no comprometida del todo con el tema, sino con las necesidades del pueblo.
¿Y el PSC? Si eres independentista, no les votarás y si no, mejor que no lo hagas, porque como ocurre en Terrassa, te sentirás engañado, estafado y asombrado ante la infinita ficción en la que viven de serlo todo, sin ser nada.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.