He leído en la prensa, he visto y escuchado en la tele y solamente he escuchado en la radio, que este sábado era jornada de reflexión y lo han dicho tantas veces, que he llegado a la conclusión que era harto importante hacer un ejercicio de eso, es decir, de reflexión.
Me he sentado en mi sofá preferido, he puesto música de Vivaldi en mi gramófono, he entrecerrado los ojos y me he puesto a reflexionar...
Mi primera reflexión ha tenido como protagonista ese maldito juanete que me está deformando el dedo gordo de mi 'pata' izquierda y que me ha dicho el Beltrán, que es carnicero y sabe de carnes y huesos, que esa es una enfermedad de por vida.
La segunda reflexión la he dedicado a las hemorroides y a las moscas y me he preguntado a conciencia, porque la reflexión se trata de pensar y no de hablar, para qué Dios creó las moscas y las hemorroides si no sirvan más que para "joder la marrana".
La tercera reflexión ha ido a parar a mi gato, que todo el mundo dice que es listísimo, pero que yo no puedo si no comparar con un muñeco de peluche movedizo, porque lo único que me da son maullidos de hambre cuando asoma un hueco al fondo de su plato, su lomo para que lo acaricie y su tierra con mierda para que se la limpie.
Y luego, a falta de algo más importante a lo que dedicar mi atención, he dejado de reflexionar y me he ido al cine.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Me he sentado en mi sofá preferido, he puesto música de Vivaldi en mi gramófono, he entrecerrado los ojos y me he puesto a reflexionar...
Mi primera reflexión ha tenido como protagonista ese maldito juanete que me está deformando el dedo gordo de mi 'pata' izquierda y que me ha dicho el Beltrán, que es carnicero y sabe de carnes y huesos, que esa es una enfermedad de por vida.
La segunda reflexión la he dedicado a las hemorroides y a las moscas y me he preguntado a conciencia, porque la reflexión se trata de pensar y no de hablar, para qué Dios creó las moscas y las hemorroides si no sirvan más que para "joder la marrana".
La tercera reflexión ha ido a parar a mi gato, que todo el mundo dice que es listísimo, pero que yo no puedo si no comparar con un muñeco de peluche movedizo, porque lo único que me da son maullidos de hambre cuando asoma un hueco al fondo de su plato, su lomo para que lo acaricie y su tierra con mierda para que se la limpie.
Y luego, a falta de algo más importante a lo que dedicar mi atención, he dejado de reflexionar y me he ido al cine.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.