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Channel: Terrassa en la Mira
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El primer mercadillo con frío, viento y brujas

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Este miércoles, como todos los miércoles del año, miles de terrassenses se han acercado al Mercadal de la Av. de Béjar. No obstante, en esta oportunidad habían dos novedades, al menos en lo que respecta a esta parte del año y en comparación con la semana anterior, como eran el frío y el viento.

Además, eso sí no sé si será nuevo o viejo porque no suelo acercarme por el mercadillo porque mis juanetes limitan mis caminatas y la yegua Rufina en la que solía dar largas cabalgadas por el pueblo, se me muriò allá por los 60 por tragarse un piñón, pero en esta oportunidad había un montón de buenas señoras y simpáticas señoritas que iban repartiendo ramas de romero y a mí, que tengo cara de bueno como el pan, una de estas elegantes damitas, me puso una en la mano y me dijo "esto te lo mereces porque eres bueno, cariño" y yo seguí mi camino, pero la escultural señora de pelo negro como el carbón, me siguió con la mano extendida y me dijo "echa algo aquí, cariño" y le pregunté "qué quieres que te eche" y me dijo "una moneda". Me rasqué mi ruinoso bolsillo y me encontré una moneda de 2 Cts. y se la di.

Cogióme la dama la mano y me llevó hacia un lado del mercadillo y comenzó a curiosear sobre la palma y me dijo... "Ay cariño, qué mal lo has pasado" y pensé yo, "como si fuera un secreto, que si no no estaría paseando por el mercadillo". Siguió la damisela del negro pelo, "pero no te preocupes cariño, que antes de fin de año te va a llegar un dinero... ¡Uy, cuànto dinero" y me dije a mí mismo "como no robe a un banco y consiga cien años de perdón, no veo de dónde pueda llegar la pasta".

Y siguió la mujer... "Uy, cariño y va a llegar una mujer a tu vida que te va a dar toda la felicidad que te hace falta" y pensé yo, "como se entere mi parienta, me mata y mata a esta" (la parienta preguntaba precios en una parada de bolsos)..

Y cuando hubo la cariñosa señora concluido, dejó mi mano y estiró la suya y volvió con el "echame algo" y como ya sabía de qué iba, volví a arañar mis ruinosos bolsillos hasta encontrarlo y le deposité en la palma el último centavo que me quedaba.

La mujer, desconcertada, me espetó... "Cariño para que se te cumpla todo lo que te he dicho tienes que poner papel, que una moneda no hace nada". "¿Y si no?" le pregunté curioso y me dije amenazante "te caerá un mal de ojo". "¡Coño!", musité no menos desconcertado y le deposité en la mano un klinex y quise ser franco... "Está un poco usado, pero si lo deja secar le puede servir".

La buena señora dejó de ser buena y me dijo cosas muy feas para mí y todas mis generaciones y yo me fui sin seguirla escuchando.

Y estas caraduras, amigos míos, embaucan al o a la que les da la gana cuantas veces quieren, pese a que la policía local pasea fumando´ -los o las que fuman- de aquí a allí y de allí a aquí.

Así es la vida. Así son y así están las cosas.

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