En lo que parece ser una broma de mal gusto, la Cambra de Comerç i Industria de Terrassa se ha reunido este jueves para analizar las oportunidades comerciales y de inversión en Bangladesh...
¡No! No es ninguna broma, ni el país es Somalia ni Haití, que para el caso serían lo mismo. Es Bangladesh.
Obviamente el encargado de ilusionar a los empresarios de Terrassa, locos por deslocalizar sus empresas a sitios donde puedan salvar sus duretes, ha sido el embajador de aquella nación Chowdhury Ikhtiar Momin, que desde luego no les ha hablado de una pobreza que alcanza al 58 por ciento, ni de la malnutrición infantil, ni que cerca de ocho millones de niños son explotados laboralmente, ni menos que en ese Estado se pagan los sueldos más bajos de Asia.
No. eso está para criticarlo desde el buenismo fariséico que caracteriza a nuestra sociedad, pero no para considerarlo si olemos dinero fácil... hombre, no hay que ser tan estrictos.
Otro que se encargó de "dorar la perdiz" de un país donde el ingreso Per Cápita no llega a los 600 dólares anuales por habitante, fue su excelso consejero comercial Mahmudul Islam.
A nuestros empresarios, ávidos, como es natural, de sacar rendimiento a su capital, aunque sea abandonando a su suerte el terruño natal, lo que más les ha llamado la atención es que la digan que allí emerge una sólida clase media y que el mercado se extiende a los 160 millones de bengalíes... Si por querer creer, estos terrassenses de pro se hubiesen creído que en el Chile de Pinochet se respiraba democracia pura y dura.
Por eso como país nos va como nos va. Porque nos lo creemos todo y nos lanzamos incluso a construir cuatro casas por habitante pensando que el mercado nunca se acabaría.
Por cierto. Estos caballeros que hoy habrán escuchado, poniendo sus mejores caras de listos al señor embajador y al señor consejero de negocios de Bangladesh, harán caso omiso al hecho que 18 personas morían en enfrentamientos con la policía, mientras estos señores les hablaban maravillas.
¡No! No es ninguna broma, ni el país es Somalia ni Haití, que para el caso serían lo mismo. Es Bangladesh.
Obviamente el encargado de ilusionar a los empresarios de Terrassa, locos por deslocalizar sus empresas a sitios donde puedan salvar sus duretes, ha sido el embajador de aquella nación Chowdhury Ikhtiar Momin, que desde luego no les ha hablado de una pobreza que alcanza al 58 por ciento, ni de la malnutrición infantil, ni que cerca de ocho millones de niños son explotados laboralmente, ni menos que en ese Estado se pagan los sueldos más bajos de Asia.
No. eso está para criticarlo desde el buenismo fariséico que caracteriza a nuestra sociedad, pero no para considerarlo si olemos dinero fácil... hombre, no hay que ser tan estrictos.
Otro que se encargó de "dorar la perdiz" de un país donde el ingreso Per Cápita no llega a los 600 dólares anuales por habitante, fue su excelso consejero comercial Mahmudul Islam.
A nuestros empresarios, ávidos, como es natural, de sacar rendimiento a su capital, aunque sea abandonando a su suerte el terruño natal, lo que más les ha llamado la atención es que la digan que allí emerge una sólida clase media y que el mercado se extiende a los 160 millones de bengalíes... Si por querer creer, estos terrassenses de pro se hubiesen creído que en el Chile de Pinochet se respiraba democracia pura y dura.
Por eso como país nos va como nos va. Porque nos lo creemos todo y nos lanzamos incluso a construir cuatro casas por habitante pensando que el mercado nunca se acabaría.
Por cierto. Estos caballeros que hoy habrán escuchado, poniendo sus mejores caras de listos al señor embajador y al señor consejero de negocios de Bangladesh, harán caso omiso al hecho que 18 personas morían en enfrentamientos con la policía, mientras estos señores les hablaban maravillas.