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Esperé que el conductor se detuviera para recriminarle su actitud con buenas palabras, claro está:
-Oiga usted, que la acera es para los peatones.
-No me vengas (me tuteó), a dar clases sobre lo que tengo o no que hacer -me respondió el engendro.
-Pero, es que casi nos atropella a mi mujer y a mí. -le espeté con mayor severidad.
Entonces, sin venir a cuenta, una buena señora, cateta claro está y con peinado de peluquería recién hecho, es decir de aquellas que solo se lavan el pelo los sábados, cuando van a sentirse damas sin serlo al salón de belleza, metió su hocico en la conversación y seguramanente imaginándome extranjero por mi acento modificado por mi orgulloso paso por diversas naciones americanas, gritó como gritan aquellos faltos de educación y hartos de xenofobia...:
-¡Vete a protestar a tu país, sinvergüenza!
Así es la vida. así son y así están las cosas.