Las Casas Soler Bohigas son un sorprendente y escondido reflejo del bienestar de las familias pudientes del siglo XIX. En su concepción de viviendas pareadas de idéntica factura externa, constituyen dos residencias de familias acomodadas que esconden tesoros arquitectónicos tras el lujo de sus ricas fachadas. Recuerdan mucho a las residencias británicas de ladrillo rojo con escalinatas de acceso y valla rematada en verja de hierro forjado. Contrastan con el edificio colindante, el antiguo banco de Terrassa o Casa Soteras, del que ya hemos hablado en este blog, y están protegidas como Bien Cultural de Interés Local.
Ubicadas en la calle de Sant Jaume, este doble edificio residencial se eleva en perpendicular con respecto a la línea de fachada de dicha calle, generando así un pequeño patio delantero al estilo inglés, con murete de ladrillo y reja de hierro. Su diseño se debe al arquitecto Rafael Puig i Puig, quien optó por la obra vista para la piel de las casas, reservando la piedra tallada para enmarcar las aberturas, de grandes dimensiones, que juegan un papel muy importante en el conjunto.
La línea de imposta aparece bien delimitada, separando la señorial y alta planta baja de los dos pisos superiores. Destacan en el conjunto los elementos neogóticos que decoran los dinteles de las oberturas, así como sus ménsulas, en una concepción que genéricamente se inscribiría en el historicismo arquitectónico. Todo él recuerda el carácter de la arquitectura británica del siglo XIX, influencia que tal vez se deba a las relaciones comerciales que Terrassa mantuvo con Gran Bretaña en plena industrialización.
El edificio fue construido en 1893 y guarda en su interior otros detalles de interés como sus escaleras o las fachadas posteriores que dan a los jardines, que se construyeron en madera y vidrio, al estilo de las mansiones de la campiña inglesa. (José Luis Montoya / ARQUITERRASSA)
Ubicadas en la calle de Sant Jaume, este doble edificio residencial se eleva en perpendicular con respecto a la línea de fachada de dicha calle, generando así un pequeño patio delantero al estilo inglés, con murete de ladrillo y reja de hierro. Su diseño se debe al arquitecto Rafael Puig i Puig, quien optó por la obra vista para la piel de las casas, reservando la piedra tallada para enmarcar las aberturas, de grandes dimensiones, que juegan un papel muy importante en el conjunto.
La línea de imposta aparece bien delimitada, separando la señorial y alta planta baja de los dos pisos superiores. Destacan en el conjunto los elementos neogóticos que decoran los dinteles de las oberturas, así como sus ménsulas, en una concepción que genéricamente se inscribiría en el historicismo arquitectónico. Todo él recuerda el carácter de la arquitectura británica del siglo XIX, influencia que tal vez se deba a las relaciones comerciales que Terrassa mantuvo con Gran Bretaña en plena industrialización.
El edificio fue construido en 1893 y guarda en su interior otros detalles de interés como sus escaleras o las fachadas posteriores que dan a los jardines, que se construyeron en madera y vidrio, al estilo de las mansiones de la campiña inglesa. (José Luis Montoya / ARQUITERRASSA)