Cuando contemplo con obligada resignación la gestión municipal del transporte público, del mantenimiento de calles o del aseo urbano, me asalta el temor de que con la municipalización del agua, en los barrios tengamos que confiar en que llueva con el fin de llenar bidones para paliar la sed y asear nuestros cuerpos.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.