Mientras el consistorio local, cándidamente y utilizando dineros públicos, ha iniciado una campaña para concienciar a los perros para que sean más decentes a la hora de mear y no lo hagan principalmente en los árboles, tradicionales receptores de la orina canina desde hace 18 mil años, unos de los sitios propuestos para tan íntimo menester son las alcantarillas, pero esta mañana, una corta lluvia se encargó de recordarnos que si no están en el centro, lugar donde se mueven como peces en el agua nuestros demasiado bien ponderados concejales, las alcantarillas de los barrios no sirven ni para recolectar el agua pluvial porque no tienen el mantenimiento necesario, así como tampoco para servir de receptáculo de los "meaos" de perro.
Si es que lo que se ve en Terrassa solo se ve en Terrassa. ¡Y la culpa es nuestra!
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
