Por su ubicación preeminente sobre el manto verde que representa el Parc dels Catalans, por su juego de volúmenes, por su piel reflectante, su luminosidad es, sin duda un edificio que no deja indiferente pese a su sencillez y a la nobleza de los materiales con que nutren su revestimiento. Es un monumento a la pretensión, hijo de una época en que algunos se pensaron erróneamente que la economía lo podía todo. Y como tal, un tanto sobredimensionado. Pero eso es lo que hace grande a la arquitectura. Afortunadamente, no ha acabado abandonado como ha ocurrido con otros edificios y ahora es la sede de un grupo empresarial hostelero.
Durante los años de la supuesta opulencia generada por la burbuja de la construcción, los propietarios de Diario de Terrassa decidieron crear una sede emblemática para albergar las instalaciones del periódico. Pusieron el proyecto en manos del arquitecto Jan baca, quien lo desarrolló entre los años 1997 y 2000, y finalmente, al inicio de la nueva década se ejecutaron las obras. Desde 2002 y hasta 2014 el edificio fue la sede del rotativo local, hasta que la crisis económica dio al traste con ese sueño megalómano y la pequeña empresa periodística se vio asfixiada por su inversión y tuvo que ceder el inmueble en pago de su deuda al BBVA. Actualmente, en virtud a un alquiler, es la sede del grupo empresarial Viena.
Ubicado en el número 61 de la calle Vinyals, junto a la Fundació Busquets, este edificio de rotundas formas geométricas ocupa una superficie de 5.600 metros cuadrados que albergan diversas dependencias inicialmente pensadas para un periódico, entre las que también se incluye una pequeña sala de actos. En el proyecto hallamos algunas de las señas de identidad que caracterizan la última etapa constructiva de Jan Baca, como el uso del cobre patinado, presente también en el edificio del Obispado que hallamos en la misma calle y que, junto con esta construcción y la Fundació, completan el flanco Este del Parc dels Catalans.
Varios volúmenes superpuestos adaptan el conjunto del edificio a la orografía del solar. La fachada que da a la calle Vinyals se concibe como un semisótano que alberga el aparcamiento y los archivos del rotativo. Sobre dicha base hallamos la planta principal, cuyo acceso da al Sur, a la calle Vallhonrat, y que a su vez soporta un gran prisma elevado de base cuadrada y girado 45 grados respecto a esa base, que se sustenta en un gran pilar para permitir que uno de sus vértices vuele sobre la fachada. Dicho cubo, forrado de cristal en sus dos principales fachadas, es uno de los elementos destacados del edificio, junto con un semicilindro recubierto de cobre que hallamos al otro extremo. El primero da cabida a varias oficinas y despachos, mientras que el segundo alberga el salón de actos. El verde del cobre y el azul del cielo reflejado son los colores que definen el aspecto externo de este edificio, y que complementa el tono tierra de los ladrillos con que se pretende contextualizarlo en el contexto en que se alza.
Así, el arquitecto terrassense recurrió a la obra vista para rematar el exterior del edificio y crear cierta armonía con el entorno en que se ubica. Y es que, no en vano, el moderno edificio se halla adyacente a la Fundació Busquets, cuya fachada de obra vista y revestimientos en tonos tierra claro fue remodelada en los años 40 por su padre Joan Baca i Reixach. Igualmente ocurre con el edificio que sobresale por detrás, la Escuela Pía, que luce piel de ladrillo visto. Sin embargo, se permitió alguna concesión creativa y, al igual que en su proyecto del edificio de la sede central del BBVA en Terrassa, quiso jugar con el efecto reflectante del vidrio para establecer un contraste y aligerar un tanto la pesadez de las rotundas formas rectilíneas.
Podrá gustar más, podrá gustar menos, pero su reluciente fachada se ha convertido ya en un elemento muy presente en el paisaje urbano terrassense.
José Luis Montoya / ARQUITERRASSA
Durante los años de la supuesta opulencia generada por la burbuja de la construcción, los propietarios de Diario de Terrassa decidieron crear una sede emblemática para albergar las instalaciones del periódico. Pusieron el proyecto en manos del arquitecto Jan baca, quien lo desarrolló entre los años 1997 y 2000, y finalmente, al inicio de la nueva década se ejecutaron las obras. Desde 2002 y hasta 2014 el edificio fue la sede del rotativo local, hasta que la crisis económica dio al traste con ese sueño megalómano y la pequeña empresa periodística se vio asfixiada por su inversión y tuvo que ceder el inmueble en pago de su deuda al BBVA. Actualmente, en virtud a un alquiler, es la sede del grupo empresarial Viena.
Ubicado en el número 61 de la calle Vinyals, junto a la Fundació Busquets, este edificio de rotundas formas geométricas ocupa una superficie de 5.600 metros cuadrados que albergan diversas dependencias inicialmente pensadas para un periódico, entre las que también se incluye una pequeña sala de actos. En el proyecto hallamos algunas de las señas de identidad que caracterizan la última etapa constructiva de Jan Baca, como el uso del cobre patinado, presente también en el edificio del Obispado que hallamos en la misma calle y que, junto con esta construcción y la Fundació, completan el flanco Este del Parc dels Catalans.
Varios volúmenes superpuestos adaptan el conjunto del edificio a la orografía del solar. La fachada que da a la calle Vinyals se concibe como un semisótano que alberga el aparcamiento y los archivos del rotativo. Sobre dicha base hallamos la planta principal, cuyo acceso da al Sur, a la calle Vallhonrat, y que a su vez soporta un gran prisma elevado de base cuadrada y girado 45 grados respecto a esa base, que se sustenta en un gran pilar para permitir que uno de sus vértices vuele sobre la fachada. Dicho cubo, forrado de cristal en sus dos principales fachadas, es uno de los elementos destacados del edificio, junto con un semicilindro recubierto de cobre que hallamos al otro extremo. El primero da cabida a varias oficinas y despachos, mientras que el segundo alberga el salón de actos. El verde del cobre y el azul del cielo reflejado son los colores que definen el aspecto externo de este edificio, y que complementa el tono tierra de los ladrillos con que se pretende contextualizarlo en el contexto en que se alza.
Así, el arquitecto terrassense recurrió a la obra vista para rematar el exterior del edificio y crear cierta armonía con el entorno en que se ubica. Y es que, no en vano, el moderno edificio se halla adyacente a la Fundació Busquets, cuya fachada de obra vista y revestimientos en tonos tierra claro fue remodelada en los años 40 por su padre Joan Baca i Reixach. Igualmente ocurre con el edificio que sobresale por detrás, la Escuela Pía, que luce piel de ladrillo visto. Sin embargo, se permitió alguna concesión creativa y, al igual que en su proyecto del edificio de la sede central del BBVA en Terrassa, quiso jugar con el efecto reflectante del vidrio para establecer un contraste y aligerar un tanto la pesadez de las rotundas formas rectilíneas.
Podrá gustar más, podrá gustar menos, pero su reluciente fachada se ha convertido ya en un elemento muy presente en el paisaje urbano terrassense.
José Luis Montoya / ARQUITERRASSA