Este domingo, durante un paseo por el sector, fuimos testigos de las consecuencias de otras actividades ,menos lúdicas, cuando un niño de unos cuatro años que paseaba junto a su hermanita mayor, su abuelo y dos pequeños perros, encontró algo en el suelo e ilusionado ante su sorpresivo hallazgo, corrió hasta el abuelo gritándole "¡Yayo, yayo, mira lo que me he encontrado!". En su mano agitaba ni más ni menos que una jeringuilla.
Como si se tratase de una serpiente, que la jeringuilla es mucho más peligrosa, el abuelo le ordenó al niño que se quedara quieto y angustiado se la quitó con extremo cuidado y se la llevó a una papelera, aunque no nos costó encontrar otras más.
Lástima que esa imagen sea habitual en un país que como por ejemplo el nuestro, producto de la campaña mediática ligada a los grandes carteles de la droga, a los viciosos se les llama "enfermos".