Paseando por la Rambla, mirando aquí y allí, deteniéndonos mi mujer y yo, en alguna librería, admirando las flores y todo lo que se suele hacer cuando se quieren estirar los pies para espantar el óxido que suele venir acompañado por la edad, nos dieron ganas de merendar y entramos en un local nuevo que está en la esquina de la calle de la Goleta, con la Rambla d'Egara.
Tres entusiastas jóvenes, cada uno de ellos de diferentes naciones sudamericanas, se volcaron con amabilidad no exenta de simpatía natural en ofrecernos sus exquisitas especialidades, acompañadas, porque así lo decidimos, con un buen, aromático y humeante café con leche.
No es mi costumbre promocionar negocios, pero a este, Coffee Goleta, no dudo en recomendarlo, porque al salir te queda la sensación de haber estado en un sitio en que su personal se esmera para que te sientas a gusto,
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Tres entusiastas jóvenes, cada uno de ellos de diferentes naciones sudamericanas, se volcaron con amabilidad no exenta de simpatía natural en ofrecernos sus exquisitas especialidades, acompañadas, porque así lo decidimos, con un buen, aromático y humeante café con leche.
No es mi costumbre promocionar negocios, pero a este, Coffee Goleta, no dudo en recomendarlo, porque al salir te queda la sensación de haber estado en un sitio en que su personal se esmera para que te sientas a gusto,
Así es la vida. Así son y así están las cosas.