Esta mañana, paseando por el Parque de Vallparadis, cerca de la piscina, sentí esos deseos incontenibles de orinar que suelen aquejarme cada cierto rato, debido a los diuréticos que debo ingerir por la tensión, el corazón y esas cosas que algún día, si no media otro percance, llevarán a la tumba mis restos o a una pequeña urna mis cenizas.
La cosa es que como unos minutos antes había sentido la misma necesidad y que para orinar en su bar, un 'chinito' me dijo como es habitual en estos locales, que debía ser cliente y consumir algo, me tomé un café. Pero no soy millonario para que cada vez que salga a estirar mis anquilosadas piernas, tenga que ingerir varias veces un café, un té o una Cola siempre que tenga necesidad de deshacerme de mi líquido excrementicio. Pero hoy me he encontrado casi a la par que mi humano deseo, con un urinario público, al lado de un estanque infecto del que hasta los patos huyen, contiguo a la piscina.
Casi sin poder contenerme he corrido a su puerta y he visto un cartelito que indicaba que estaba temporalmente fuera de servicio, pero dado el estado del cartelito me demostró una vez más que, salvo las fiestas del centro, el resto de la ciudad padece del abandono municipal. Calculo que la nota puede haber sido pegada en la puerta durante el reinado del faraón Menkaura, de la Cuarta Dinastía del Imperio Antiguo de Egipto.
En ese momento de urgencia vi a un perro orinando en un árbol y me dije, "si él puede. yo también" y me dispuse a hacerlo, pero una vieja chafardera que pasaba paseando a otro perro, se puso a gritarme "guarro", "indecente", "fresco", "sinvergüenza" y no me quedó más remedio que salir "echando hostias" hacia un bar cercano, donde, porque dicen que es bueno para la hipertensión, pedí un güisqui seco no sin antes vaciar mi agobiada vejiga.
La falta de WC públicos también forma parte del abandono y no solo se sufre en los barrios, sino también en el área de influencia de nuestros súper bien remunerados políticos consistoriales.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
La cosa es que como unos minutos antes había sentido la misma necesidad y que para orinar en su bar, un 'chinito' me dijo como es habitual en estos locales, que debía ser cliente y consumir algo, me tomé un café. Pero no soy millonario para que cada vez que salga a estirar mis anquilosadas piernas, tenga que ingerir varias veces un café, un té o una Cola siempre que tenga necesidad de deshacerme de mi líquido excrementicio. Pero hoy me he encontrado casi a la par que mi humano deseo, con un urinario público, al lado de un estanque infecto del que hasta los patos huyen, contiguo a la piscina.
Casi sin poder contenerme he corrido a su puerta y he visto un cartelito que indicaba que estaba temporalmente fuera de servicio, pero dado el estado del cartelito me demostró una vez más que, salvo las fiestas del centro, el resto de la ciudad padece del abandono municipal. Calculo que la nota puede haber sido pegada en la puerta durante el reinado del faraón Menkaura, de la Cuarta Dinastía del Imperio Antiguo de Egipto.
En ese momento de urgencia vi a un perro orinando en un árbol y me dije, "si él puede. yo también" y me dispuse a hacerlo, pero una vieja chafardera que pasaba paseando a otro perro, se puso a gritarme "guarro", "indecente", "fresco", "sinvergüenza" y no me quedó más remedio que salir "echando hostias" hacia un bar cercano, donde, porque dicen que es bueno para la hipertensión, pedí un güisqui seco no sin antes vaciar mi agobiada vejiga.
La falta de WC públicos también forma parte del abandono y no solo se sufre en los barrios, sino también en el área de influencia de nuestros súper bien remunerados políticos consistoriales.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.