Lo anterior viene a cuento de que según un estudio elaborado por los alumnos del Instituto Santa Eulalia y confeccionado por el Observatori Econòmic i Social i de la Sostenibilitat de Terrassa, los vecinos de la localidad valoran a la casta afortunada con 1,56 puntos entre 0 y 10 posibles, es decir, los ciudadanos ni siquiera les dan un nivel de reprobado, sino una sonora patada en las pompis.
Lamentablemente terrassadigital.cat que publica en su edición de este jueves dicho estudio, posiblemente porque tampoco lo contemple el trabajo, no hace una valoración uno por uno de los políticos, ni se centra particularmente en Terrassa, aunque este tipo de sondeos suelen responderse desde la cercanía, considerando los elementos más domésticos.
Aunque mejor, los vecinos que también reprueban la democracia como se está llevando con un 4,074, han suspendido los diferentes niveles de la administración local, con un 4,4, puntuación, hay que decirlo, que está muy por encima de la que se lleva el Estado y casi un punto sobre la Generalitat gobernada por la burguesía nacionalista.
Terrassa en la Mira, basándose en unos sondeos que desde 1970 y en diferentes países no han tenido prácticamente margen de error al aplicar a las respuestas proyecciones biorrítmicas siguiendo suelos y techos históricos, pero especialmente basados en cuestionarios ocultos y de proximidad personal, podría aportar respuestas verdaderamente lapidarias que nos permiten afirmar una y otra vez que existe un divorcio total entre políticos y ciudadanos y que solo la costumbre y la simpatía por enseñas más que por ideas, mantiene aunque en forma decreciente, cierto grado de de identificación.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.