Consejas y consejos del viejo Casimiro.- Sin entrar en el hecho de que haya sido buena o no, interesante o no, divertida o no, provechosa o no, que no dudo que haya sido una excelente charla, esta mañana se ha desarrollado una en Terrassa a la que por el título, largo como mi paso por el mundo y claro como el agua de la Mina de Terrassa, ya teníamos todo dicho y no valía la pena ir.
Yo hace mucho que no voy a una charla, no porque me aburra como una ostra, sino porque irremediablemente en algún punto de la misma alguien me despierta -siempre de muy buenas maneras- porque mis ronquidos ni dejan concentarse al charlatán (o charlista, o disertante, o como se le llame al que dicta charlas) ni menos escuchar a la interesada audiencia que en muchos casos no dudo que me haya envidiado.
Este hecho me ha impedido tener una idea propia de lo tratado durante la sesión, pero si consideramos que la de hoy, dentro del ciclo "Retos del Ayuntamiento en el Aprendizaje Organizativo" se llamaba "Las redes y la participación como un elemento clave en la dinamización y uso social del espacio público. Relato del proceso de reactivación de la nueva centralidad del Vapor Gran ", pues pienso que poco más se le podía añadir.
Es cierto que los tiempos cambian y que cuando yo era joven, el reclamo de las charlas era, por citar algunos ejemplos, "¡Cuba!", o "¡Kennedy!", "Vietnam", "El Ché" y las salas se llenaban y no precisamente por compromiso, sino porque la temática era tan amplia como el nombre y las posibilidades infinitas, pero ahora cuando a una simple concejalía de Bienestar Social en Terrassa se la denomina Área de los Servicios a las Personas, Cohesión y Bienestar Social, no es de extrañar que antes que termines de leer el nombre de la charla, esta ya haya acabado.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Yo hace mucho que no voy a una charla, no porque me aburra como una ostra, sino porque irremediablemente en algún punto de la misma alguien me despierta -siempre de muy buenas maneras- porque mis ronquidos ni dejan concentarse al charlatán (o charlista, o disertante, o como se le llame al que dicta charlas) ni menos escuchar a la interesada audiencia que en muchos casos no dudo que me haya envidiado.
Este hecho me ha impedido tener una idea propia de lo tratado durante la sesión, pero si consideramos que la de hoy, dentro del ciclo "Retos del Ayuntamiento en el Aprendizaje Organizativo" se llamaba "Las redes y la participación como un elemento clave en la dinamización y uso social del espacio público. Relato del proceso de reactivación de la nueva centralidad del Vapor Gran ", pues pienso que poco más se le podía añadir.
Es cierto que los tiempos cambian y que cuando yo era joven, el reclamo de las charlas era, por citar algunos ejemplos, "¡Cuba!", o "¡Kennedy!", "Vietnam", "El Ché" y las salas se llenaban y no precisamente por compromiso, sino porque la temática era tan amplia como el nombre y las posibilidades infinitas, pero ahora cuando a una simple concejalía de Bienestar Social en Terrassa se la denomina Área de los Servicios a las Personas, Cohesión y Bienestar Social, no es de extrañar que antes que termines de leer el nombre de la charla, esta ya haya acabado.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.