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La transparencia terrassense no es precisamente un producto de exportación

En esta Terrassa que presume de transparencia pero que todo indica que no es más que una virtud enmarcada en el sabio dicho popular "dime de qué presumes y te diré de lo que careces", el transporte público, se sometió a una muy transparente, cristalina y diáfana licitación pública que adjudicó su gestión a la empresa que ofertó el menor precio y mejores prestaciones. Sin embargo, la empresa que no resultó adjudicataria de la gestión, que era la que lo venía haciendo hasta la fecha, objetó los resultados y ahí quedó todo a la espera de una decisión.

Incluso los precios se congelaron, y la validez de la T-Blanca del 2014 se prorrogó, dijeron, hasta que se solventara la objeción. Sin embargo, pese a que los precios siguen siendo los mismos, la T-Blanca del 2015 se renovó aunque no hemos tenido conocimiento de que aquella adjudicación se haya hecho efectiva.

Pero ese no es un problema que incumba a la ciudadanía, acostumbrada a que los políticos hagan lo que les venga en gana, incluso a instaurar en la ciudad un gobierno de derechas pese a que los ciudadanos optaron en un 70 por ciento por uno de izquierdas. Pero lo que sí importa es que los autobuses municipales presentan cada vez más un aspecto de chatarra, tanto en la máquina como en la carrocería y su interior.

De eso, en esta teóricamente Terrassa brillante y bien gobernada, nada se dice y a quien demuestre lo contrario, basta con ignorarle... Total solamente los pobres utilizan el transporte público. Los políticos, nada más cuando se inaugura algún servicio.

El plan de choque contra la suciedad, chocó con la negligencia de los gestores.

No es, en todo caso, el transporte la única víctima de la desidia. Hace poco, con bombos y platillos se anunció un plan de choque contra la suciedad en las calles, que generaría varios puestos de trabajo, pero desde entonces, el plan de choque chocó con una cruda realidad que se enfrenta a la demagogia populista y poco o nada se nota, al menos en las barriadas, su acción.

Nada de esto, no obstante, debe extrañarnos, porque como lo hemos dicho muchas veces, el centro es para los políticos municipales, Terrassa y el resto es solo el resto, por lo que esa irrisoria consigna de Terrassa, barrios en Marcha, huele a simple ironía, a sátira de vodevil para unos vecinos que cansados de ser marionetas se han vuelto indiferentes.

Gracias a Dios, a la Virgen, a su Hijo y al Espíritu Santo, esta es una localidad muy, pero que muy, exageradamente, diría yo, transparente.

Así es la vida. Así son y así están las cosas.


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