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| Foto Ayuntamiento de Terrassa |
Por lo que se desprende de la información, comprenden el temor de los pequeños comerciantes, pero, al menos el concejal convergente, Sàmper, reconoce que las grandes superficies generan puestos de trabajo, tanto directos como indirectos... Y, añadimos nosotros, que ni somos concejales ni tenemos sus escandalosos sueldos, esos puestos de trabajo, están comprometidos con contratos laborales, que buenos o malos especifican las condiciones de trabajo.
Como es habitual en los políticos, no queda claro de si al final el equipo de gobierno se identifica con el pequeño sector comercial o, dejando de lado la dictadura de lo políticamente correcto, ve más prometedor para el desarrollo de la ciudad, la instalación de nuevas grandes superficies, que en eso, pese a las recientes inauguraciones, estamos por detrás de la media catalana y todavía queda espacio para más.
Y seguimos opinando sin ser concejales ni teniendo sus suculentos estipendios, que si a mí me dan a elegir entre comprar un paquete de bricks de leche en un comercio de proximidad o en una gran superficie, por precios, no lo dudo... me voy a las grandes superficies. Si tengo que comprarme un par de pantalones, como soy pobre, no lo pienso, me voy a un hipermercado.
La competencia entre el pequeño comercio y los grandes centros está en los precios, que en ocasiones son asombrosamente diferentes y en una ciudad pobre y de pobres como la nuestra en la cual los que no son pobres también cuidan el bolsillo, los centros comerciales no son un capricho, sino una necesidad y una tendencia.
Los caballeros políticos, más que en sectores, deben pensar en los ciudadanos y en lo que más les conviene.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.