Can Parellada, como cualquier barrio de Terrassa, exhibe los mismos o peores problemas que otros barrios también abandonados por la administración municipal.
El alcalde de la localidad se ha reunido en los últimos meses en al menos dos ocasiones con la asociación de vecinos en el propio sector cercano al Carrefour (más conocido pese a los años transcurridos del cambio de nombre, como Pryca), lo que podría llevar a pensar que Can Parellada pudiera ser uno de los rincones favoritos de Jordi Ballart.
En una de esas ocasiones, si la memoria no nos falla, el edil recogió la "exigencia mayoritaria" de los vecinos de llamar Palestina a una nueva plaza, recordándonos esa exigencia las maneras de informar del viejo régimen, más aún cuando en nuestra casual visita, los 17 vecinos consultados no tenían idea que hubiese una plaza con ese nombre, ni siquiera sabían a qué plaza nos referíamos.
Hace poco Ballart regresó por esos alejados terrenos próximos a Les Fonts en el que comparten una clase media acomodada y una clase media con problemas para llegar a fin de mes, unos en chalets y otros en bloques. A decir verdad no sabemos a qué fue.
Las visitas, sin embargo no tuvieron más efecto que el de hacer bueno aquel refrán que dice: "El amor y el interés se fueron al campo un día y mas pudo el interés que el amor que le tenia", porque el estado del barrio en cuanto a acción municipal no es ni mejor ni peor que cualquier otro, aunque agravado por la gran cantidad de árboles que en esta época otoñal tapizan de hojas secas las vías y los parques, sin más servicio de limpieza que el viento que de vez en cuando sopla con poca fuerza.
El estado de la basura no es tampoco mejor que en Can Boada, Can Palet, La Maurina o Ca n'Anglada, por citar algunos puntos de la localidad..
Lo único cierto es que si la imagen que da Can Parellada en estos aspectos se diera algún día en la Rambla d'Egara, por ejemplo, más de algún responsable terminaría colgado de los postes no precisamente por el cuello, hablando en sentido figurado.
El alcalde de la localidad se ha reunido en los últimos meses en al menos dos ocasiones con la asociación de vecinos en el propio sector cercano al Carrefour (más conocido pese a los años transcurridos del cambio de nombre, como Pryca), lo que podría llevar a pensar que Can Parellada pudiera ser uno de los rincones favoritos de Jordi Ballart.
En una de esas ocasiones, si la memoria no nos falla, el edil recogió la "exigencia mayoritaria" de los vecinos de llamar Palestina a una nueva plaza, recordándonos esa exigencia las maneras de informar del viejo régimen, más aún cuando en nuestra casual visita, los 17 vecinos consultados no tenían idea que hubiese una plaza con ese nombre, ni siquiera sabían a qué plaza nos referíamos.
Hace poco Ballart regresó por esos alejados terrenos próximos a Les Fonts en el que comparten una clase media acomodada y una clase media con problemas para llegar a fin de mes, unos en chalets y otros en bloques. A decir verdad no sabemos a qué fue.
Las visitas, sin embargo no tuvieron más efecto que el de hacer bueno aquel refrán que dice: "El amor y el interés se fueron al campo un día y mas pudo el interés que el amor que le tenia", porque el estado del barrio en cuanto a acción municipal no es ni mejor ni peor que cualquier otro, aunque agravado por la gran cantidad de árboles que en esta época otoñal tapizan de hojas secas las vías y los parques, sin más servicio de limpieza que el viento que de vez en cuando sopla con poca fuerza.
El estado de la basura no es tampoco mejor que en Can Boada, Can Palet, La Maurina o Ca n'Anglada, por citar algunos puntos de la localidad..
Lo único cierto es que si la imagen que da Can Parellada en estos aspectos se diera algún día en la Rambla d'Egara, por ejemplo, más de algún responsable terminaría colgado de los postes no precisamente por el cuello, hablando en sentido figurado.