Ese sector abandonado de nuestra ciudad, donde hace poco un pintoresco concejal cortó un buen número de árboles para evitar incendios, quizás apelando al viejo dicho "muerto el perro se acabó la rabia", al que aplicó un "sin árboles no hay peligro de incendios forestales", todavía tiene una vegetación susceptible de ser pasto de las llamas y hacer hogueras en su corazón, es todo un ejercicio de irresponsabilidad.
Independientemente de ello, no es esa zona verde mutilada por políticos, un merendero, sino simplemente un sitio de paseo, ejercicio, esparcimiento, una zona, además, para que los perros, a falta de un pipi can, que se le niega tozudamente a Can Parellada, puedan desfogarse. De vez en cuando también surcan sus sendas bicicletas,motos, o coches que 'suben' para agenciarse algunos leños, pero son excepciones permitidas por el libre acceso vehicular y la falta de vigilancia.
Foto Terrassa en la Mira