"Consejas y consejos del viejo Casimiro" nació en Venezuela en 1981, cuando imperaba en aquel país un clima de libertad tal, que la que se vive en nuestra España democrática, no es sino una sombra de la dictadura, matizada por consignas creadas por una clase política crecida en la ignorancia y creadora de la misma en su propio beneficio, aupada por los medios complacientes que existen como negocio lucrativo utilizando la información como pretexto.
Tras el fallido intento en Madrid, coartado por IU, de sacar adelante el "viejo Casimiro", vino el varapalo en 1990 del Diari de Terrassa que rechazó su publicación porque podía herir la sensibilidad de los lectores (un argumento muy en boga en la época franquista)
El 14 de septiembre del 2011, cuando la crónica dejó de aparecer por decisión propia, en Notimundo, escribí una reseña del personaje y del artículo en Comentarios y cuentos de Ricardo Salvador, donde aún aparecía muy de vez en cuando, junto al desaparecido Blog de Ricardo Salvador. Este fue el comentario.
Terrassa, 14 de sept. de 2011.- El viejo Casimiro, más específicamente las "Consejas y consejos del viejo Casimiro", ha sido uno de mis mayores logros periodísticos por su amplia difusión y por permitirme aplicar en esa crónica diaria la más amplia libertad de expresión que recuerde en mi vida profesional.
En 1981 llevaba varios años apartado del ejercicio de la profesión, cuando una tarde me senté en la amplia mesa de mi estudio hogareño, cogí la misma máquina conque en 1965 había escrito junto a Jaime Hales nuestra "Literatura de gente joven" y la misma también con la que escribiría en 1985 "Un libro para leer sentado en la poceta" (el retrete) y me puse a divagar. Y esas divagaciones a manera de recuerdos casuales las apliqué a la mente de un anciano y así escribí sobre una vivencia personal referida a la semejanza de los ojos de un perrillo Pointer con los de mi primer rollete. Una vez terminado el trabajo que nada tenía que ver con la línea que seguirían mis escritos a partir de ese momento, convencido fantasiosamente que tendría cabida permanente en el para entonces principal diario del Estado Bolívar, El Expreso, decidí ponerle a la crónica un nombre permanente.
De esta manera, apareció en mi mente la imagen de un viejo campesino, me inventé su procedencia, Mata de Totumo, recordé aquellos microprogramas radiales que llevaban por título "Las consejas de Alejandro Casona", pensé que consejas encajaba con consejos y además formaban una buena combinación y sin pensarlo mucho di forma a "Consejas y consejos del viejo Casimiro". Tres folios a doble espacio quedaron guardados en uno de los cajones de mi mesa y al día siguiente en mi trabajo, dibujé en un pequeño papel a un personaje pensando en lo que debía ser el "viejo Casimiro", es decir, un hombre de pelo y poblados mostachos blancos, ataviado (aunque solamente era un dibujo del busto) con la tradicional vestimenta llanera venezolana, el liqui-liqui y un enorme sombrero de pelo'e guama.
Sin embargo, durante dos meses me dediqué a escribir cuentos para el suplemento cultural del diario hasta que encontré el dibujito de marras. Incentivado por el hallazgo hice un artículo de dos páginas referido irónicamente al gobernador del Estado, que significó, en cuanto fue publicado, que me ganara la antipatía de este político y de su partido, pero al mismo tiempo un prestigio desmedido, por el estilo. Desde entonces todos los jueves primero, y diariamente al poco tiempo, el "viejo Casimiro" que se extendió a todos los rincones de aquel país fue el objetivo de muchos políticos y gente pública que rogaban salir en sus líneas pese al tono sarcástico utilizado.
Las consejas me granjearon grandes amistades como la del Dr. René Silva Idrogo, médico, político, escritor y gobernador de Bolívar y enemigos a granel, tantos que recordar a uno sería discriminatorio.
De lo que no puedo dudar en absoluto es de la absoluta libertad que disfruté durante los ocho años durante los que vio la luz. No obstante, al regresar a España, pese a su éxito inicial en Madrid, las tempranas y sorpresivas presiones políticas en cuyo entorno, dado el acento adquirido durante mi pasantía americana, me llamaban despectivamente "el argentino" acabaron con su existencia y el intento por publicarla en el modesto Diari de Terrassa de mi ciudad natal colisionó con un asombroso ""Podria ferir la sensibilitat dels lectors". O sea que en resumen, en esta Patria pequeña pero acogedora, Franco ha muerto pero sus usos siguen presentes en los medios.
Aunque como veis la historia del "viejo Casimiro" es simple, hoy le he recordado porque fue en septiembre de hace 30 años cuando le parí y la última, hace un par de años en un blog que ahora lleva por título El Blog de Ricardo Salvador, porque la situación de España no da cabida ni para sarcasmos ni ironías tan propias de mi vieja y añorada creación.
Nota: Este blog, Terrassa en la Mira, ha rescatado desde hace un par de años, las "Consejas y consejos del viejo Casimiro" que disfruta de un inesperado número de lectores y de la evidente antipatía de una casta no acostumbrada a la libertad de expresión, en un ambiente periodístico atrincherado en la cómoda y conveniente complacencia hacia el poder político y económico.
El "viejo Casimiro", vivió en Venezuela, momentos de una libertad de expresión que no he vuelto a percibir en esta España donde los políticos han pervertido la democracia a su favor y al de sus mecenas los banqueros y empresarios, pero también momentos como cuando en 1989 se suspendieron en Venezuela las Garantías Constitucionales (Toque de Queda) y tanto el "viejo Casimiro" tuvo que edulcorar su mensaje y este redactor, atemperar las informaciones, como aquella en que superado el Toque de Queda pero persistiendo el Estado de Emergencia, alabó las virtudes del General de División, Carlos Adolfo Santiago Ramírez, Comandante de la poderosa Quinta División de Infantería de Selva, Jefe de la Guarnición en Suspensión de Garantías Constitucionales.
La respuesta fue concederme la más alta distinción castrense de la unidad. El artículo fue sincero, como emocionada la aceptación de la condecoración, porque pocos días antes, aviones Bronco de la FAV nos habían rescatado al fotógrafo Marco Yáñez, siete guardias nacionales de distinta graduación y a mí de una turba que quería calcinarnos en el sitio donde nos habíamos atrincherado. La operación fue sangrienta y aunque siempre he intentado olvidarlo, aún resuenan en mi cabeza el rugido de los pistones de las dos viejas aeronaves, el estruendoso repiqueteo de sus ametralladoras y los gritos de la gente huyendo en bandada.
La incursión en Madrid fue corta, tanto como la percepción de que la democracia en España no es más que un espejismo sustentado en dogmas que en forma de consignas simples se enmarcan dentro de la dictadura de lo políticamente correcto, que cercena la razón, la deliberación y el libre albedrío.
Así es la vida. Así son y así están las cosas.
Tras el fallido intento en Madrid, coartado por IU, de sacar adelante el "viejo Casimiro", vino el varapalo en 1990 del Diari de Terrassa que rechazó su publicación porque podía herir la sensibilidad de los lectores (un argumento muy en boga en la época franquista)
El 14 de septiembre del 2011, cuando la crónica dejó de aparecer por decisión propia, en Notimundo, escribí una reseña del personaje y del artículo en Comentarios y cuentos de Ricardo Salvador, donde aún aparecía muy de vez en cuando, junto al desaparecido Blog de Ricardo Salvador. Este fue el comentario.
Terrassa, 14 de sept. de 2011.- El viejo Casimiro, más específicamente las "Consejas y consejos del viejo Casimiro", ha sido uno de mis mayores logros periodísticos por su amplia difusión y por permitirme aplicar en esa crónica diaria la más amplia libertad de expresión que recuerde en mi vida profesional.
En 1981 llevaba varios años apartado del ejercicio de la profesión, cuando una tarde me senté en la amplia mesa de mi estudio hogareño, cogí la misma máquina conque en 1965 había escrito junto a Jaime Hales nuestra "Literatura de gente joven" y la misma también con la que escribiría en 1985 "Un libro para leer sentado en la poceta" (el retrete) y me puse a divagar. Y esas divagaciones a manera de recuerdos casuales las apliqué a la mente de un anciano y así escribí sobre una vivencia personal referida a la semejanza de los ojos de un perrillo Pointer con los de mi primer rollete. Una vez terminado el trabajo que nada tenía que ver con la línea que seguirían mis escritos a partir de ese momento, convencido fantasiosamente que tendría cabida permanente en el para entonces principal diario del Estado Bolívar, El Expreso, decidí ponerle a la crónica un nombre permanente.
De esta manera, apareció en mi mente la imagen de un viejo campesino, me inventé su procedencia, Mata de Totumo, recordé aquellos microprogramas radiales que llevaban por título "Las consejas de Alejandro Casona", pensé que consejas encajaba con consejos y además formaban una buena combinación y sin pensarlo mucho di forma a "Consejas y consejos del viejo Casimiro". Tres folios a doble espacio quedaron guardados en uno de los cajones de mi mesa y al día siguiente en mi trabajo, dibujé en un pequeño papel a un personaje pensando en lo que debía ser el "viejo Casimiro", es decir, un hombre de pelo y poblados mostachos blancos, ataviado (aunque solamente era un dibujo del busto) con la tradicional vestimenta llanera venezolana, el liqui-liqui y un enorme sombrero de pelo'e guama.
Olvidé mi escrito -el dibujo se quedó en algún rincón de mi despacho- hasta que volví a encontrarlo un par de semanas más tarde y lo dejé en la corresponsalía de El Expreso en Ciudad Guayana, a sabiendas de que con el prestigio del diario y la fama de sus colaboradores, allí se quedaría guardado en un archivo para siempre. Sin embargo, al día siguiente apareció muy destacado en la página de opinión lo que para mí desentonaba, pues no es lo mismo hablar del parecido de los glaucos de un perro con los de una eventual noviecilla, que opinar de política, economía o similares. Pero parece que gustó tanto que de la corresponsalía me avisaron que tenía a mi disposición un espacio semanal en página impar, fuera de la sección "opinión"
Sin embargo, durante dos meses me dediqué a escribir cuentos para el suplemento cultural del diario hasta que encontré el dibujito de marras. Incentivado por el hallazgo hice un artículo de dos páginas referido irónicamente al gobernador del Estado, que significó, en cuanto fue publicado, que me ganara la antipatía de este político y de su partido, pero al mismo tiempo un prestigio desmedido, por el estilo. Desde entonces todos los jueves primero, y diariamente al poco tiempo, el "viejo Casimiro" que se extendió a todos los rincones de aquel país fue el objetivo de muchos políticos y gente pública que rogaban salir en sus líneas pese al tono sarcástico utilizado.
Las consejas me granjearon grandes amistades como la del Dr. René Silva Idrogo, médico, político, escritor y gobernador de Bolívar y enemigos a granel, tantos que recordar a uno sería discriminatorio.
De lo que no puedo dudar en absoluto es de la absoluta libertad que disfruté durante los ocho años durante los que vio la luz. No obstante, al regresar a España, pese a su éxito inicial en Madrid, las tempranas y sorpresivas presiones políticas en cuyo entorno, dado el acento adquirido durante mi pasantía americana, me llamaban despectivamente "el argentino" acabaron con su existencia y el intento por publicarla en el modesto Diari de Terrassa de mi ciudad natal colisionó con un asombroso ""Podria ferir la sensibilitat dels lectors". O sea que en resumen, en esta Patria pequeña pero acogedora, Franco ha muerto pero sus usos siguen presentes en los medios.
Aunque como veis la historia del "viejo Casimiro" es simple, hoy le he recordado porque fue en septiembre de hace 30 años cuando le parí y la última, hace un par de años en un blog que ahora lleva por título El Blog de Ricardo Salvador, porque la situación de España no da cabida ni para sarcasmos ni ironías tan propias de mi vieja y añorada creación.
Nota: Este blog, Terrassa en la Mira, ha rescatado desde hace un par de años, las "Consejas y consejos del viejo Casimiro" que disfruta de un inesperado número de lectores y de la evidente antipatía de una casta no acostumbrada a la libertad de expresión, en un ambiente periodístico atrincherado en la cómoda y conveniente complacencia hacia el poder político y económico.
La respuesta fue concederme la más alta distinción castrense de la unidad. El artículo fue sincero, como emocionada la aceptación de la condecoración, porque pocos días antes, aviones Bronco de la FAV nos habían rescatado al fotógrafo Marco Yáñez, siete guardias nacionales de distinta graduación y a mí de una turba que quería calcinarnos en el sitio donde nos habíamos atrincherado. La operación fue sangrienta y aunque siempre he intentado olvidarlo, aún resuenan en mi cabeza el rugido de los pistones de las dos viejas aeronaves, el estruendoso repiqueteo de sus ametralladoras y los gritos de la gente huyendo en bandada.
La incursión en Madrid fue corta, tanto como la percepción de que la democracia en España no es más que un espejismo sustentado en dogmas que en forma de consignas simples se enmarcan dentro de la dictadura de lo políticamente correcto, que cercena la razón, la deliberación y el libre albedrío.
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